A Cristiano Birarelli y a su mujer se les ha enfermado su niña pequeña. Al principio creyeron que se trataba de una recaída normal: «La niña nos tiene así desde su nacimiento, hace ya dieciséis meses; siempre le han acompañado las fiebres», me dice Cristiano. Pero esta vez llegaron las convulsiones y la cosa empeoró.
El trago fue muy amargo y, no hay por qué negarlo, las lágrimas también hicieron acto de presencia. Y aunque el panorama se presentaba muy negro, no era imposible: acudieron al hospital con rapidez.
Desde el primer momento de la enfermedad de su niña, me confesaría más adelante mi buen amigo, él se dirigía constantemente al que mejor podía ayudar a su hijita: «Me fui a hablar con Cristo y le pedí que me ayudara, que curara a Aurora». Asistía con más asiduidad a la Iglesia, casi diariamente, para elevar su plegaria.
Gracias a Dios, esta súplica de Cristiano y de Rosana, su mujer, fue escuchada. Poco a poco, la situación de la niñita se ha ido normalizando, aunque aún queda un trecho del camino por recorrer.
Pero esta situación ha dejado mella y ahora es Cristiano quien ha cambiado: «Antes sólo iba a la Iglesia los domingos, y acudía a Cristo en los momentos más difíciles. Pero ahora me he dado cuenta que no es justo. ¿Por qué acudo a Él sólo cuando tengo necesidad? “Te hablo cuando te necesito y Tú me concedes lo que te pido y basta”. ¡Decidí que cambiaría esta actitud!».
Y lo ha cumplido. Por eso, antes de empezar su trabajo como recepcionista en la casa de sacerdotes en Roma en donde yo también vivo, Cristiano se dirige a la capilla y saluda afablemente a Cristo Eucaristía. Y también por esto platica de vez en cuando con ese Cristo que tiene delante suyo en su oficina, comentándole cómo van las cosas y agradeciéndole por todo.
«Es una especie de respuesta a lo bueno que Cristo ha sido conmigo. Él me ha dado mucho; yo tengo que darle también».
Sin duda Cristiano hace honor a su nombre: el que cree en Cristo. Me vienen a la mente todas esas personas que, pobres ellas, no tienen este consuelo de la fe en los momentos difíciles. «A mí me da compasión quien dice que no cree: ¡qué harían en momentos como el mío!», me decía él.
Estamos empezando un año nuevo. Es un tiempo para agradecer a Cristo por tantos dones recibidos, pero, especialmente, por el de la fe, esa lámpara que nos alumbra en los momentos de oscuridad: como lo hizo con María en la oscuridad de la cueva de Belén; como lo hizo con Cristiano, que supo desde el inicio que sólo Él le traería la aurora… Aurora, ¡qué bello nombre!
Saludos desde Honduras Juan Antonio!
ResponderEliminarEl relato de Cristiano y su hija Aurora me ha recordado todos esos momentos especialmente de enfermedad propia o de parientes muy cercanos. Mi refugio ha sido Cristo y el rezo del Santo Rosario. Sin embargo, cuando todo va bien, como que se me olvida un poco acudir a mi Eucaristía diaria. Ese es uno de mis propósitos para este 2012: disfrutar de ese banquete del cuerpo y sangre de Cristo todos los días! Bendiciones!
Irina Orellana
Hermoso testimonio, realmente que haríamos sin la fé en lo momentos difíciles.
ResponderEliminarVivimos una situación similar cuando nació Sarah hace ya dos años. Nos habían diagnosticado una enfermedad grave a los 10 días de nacida, pero que teníamos que esperar un mes para el resultado definitivo. Siempre supimos, gracias a la Fe, que sea cual sea el resultado íbamos a salir a delante, que Dios nos iba a acompañar, que no estábamos solos. Por supuesto que le rogábamos que Sarah sanara que no tuviera esa enfermedad xq cuando la mirábamos sentíamos desde lo más profundo que no se la merecía. La Bautizamos con la mayor fuerza de nuestra Fé, depositando en Dios todo su ser para que se hiciera su voluntad. A los dos días fuimos a hacerle los estudios que determinarían si Sarah estaba enferma o no …………… y gracias a Dios ella no tenía nada, era una bebita sana, el abrazo inmenso y lleno de alegría que nos dimos los 3 no fue maravilloso, y les puedo asegurar que en esa abrazo éramos más que 3.
Gente, la Fe es lo último que se pierde porque da esperanza, porque alegra el alma y porque pase lo que pase, Dios está con nosotros…………..siempre.
Un abrazo para todos y muchas bendiciones.-
pd/ A Cristiano y su familia decirle que hay que tener mucho valor y mucha fuerza para afrontar el dolor de un hijo. Pero cómo ya saben de la mano de Dios, todo se puede. Que los acompañamos y que Aurora estará presente en nuestras oraciones.
Familia Barolo, Río Cuarto, Córdoba, Argentina.-
Mi esposa y yo pasamos por una experiencia similar. Con una meingitis y sepsis a los once dias de nacer nuestra hija. Los médicos nos dijeron que moriría. No nos rendimos, pedimos oraciones, desde los amigos hasta el último convento que conocíamos. Hoy esa niña que iba a morir, tiene 19 años.
ResponderEliminar¡La fe todo lo puede! Sea cual sea el resultado la fe siempre conforta , siempre da la fuerza para aceptar lo que venga. Un saludo
Hermosa historia y tan real como la Vida misma, ya que todos asi somos en algun momento de nuestra Vida; y es una lástima que solo nos acordemos de acudir a Jesus en los momentos dificiles y es como dijo alguna vez un Sacerdote en Misa, la vida del verdadero cristiano, no es facil y el camino es angosto pero para quien AMA DE VERDAD y tiene una FE FIRME no debe ser asi. Que JESUS nos ayude a no desfallecer este 2012 y con AMOR Y DEVOCION A SU SANTISIMA MADRE PODAMOS SEGUIR CON AMOR Y ALEGRIA EL CAMINO.
ResponderEliminarGracias por compartir la historia.
ResponderEliminarSu blog realmente tiene "Tinta de esperanza" :)
Saludos