«Si Dios es Todopoderoso, ¿puede hacer una piedra
tan grande que no pueda cargarla? ¿Es o no es Todopoderoso?». Algunos se plantean este tipo de
preguntas y las utilizan como baluarte en pro de la increencia o la irracionalidad
de la fe. Habría muchas respuestas que ofrecer. Pero una de las mejores, sin
duda, es presentar la vida de uno que
pensaba justamente con ese tipo de argumentos y que hoy, tras descubrir a Dios,
es otra persona.
Se llama Susana Hortigosa García. Nació en Palma
de Mallorca (España), pero muy pronto se trasladó con sus padres a un pueblito
de Sevilla llamado Casariche.
«Mi familia, y el pueblo en general, son de
ideología de izquierdas y atea –cuenta Susana–. Iba al colegio público,
donde no se mencionaba a Dios. Cuando llegó el momento de la Primera Comunión,
mis padres dejaron que yo eligiera si quería hacerla o no. Decidí que no, y dejé la catequesis y las clases de religión
en el colegio, porque me aburrían».