El pasado Jueves Santo, los católicos pudimos contemplar a diversos sacerdotes repitiendo el lavatorio de los pies que Cristo realizó en los últimos momentos de su vida (cf. Jn 14, 4-5). Lo admiramos, pero nunca nos imaginamos de qué manera podemos realizarlo nosotros.
Matt y Julie Perkins se casaron el 14 de abril, en medio de la alegría de muchos que los acompañaron. Durante el festejo después de la boda, llegó el momento, ya algo tristemente común en los Estados Unidos, en el cual la novia se quita una de sus prendas y la tira a los compañeros del novio. Ese fue el momento elegido por Matt para realizar algo inesperado.
En el momento en que Julie se sentaba, él llegó con una palangana y una toalla… y se puso de rodillas, humildemente, para lavar los pies de su esposa:
Un gesto de amor que, no podemos negar, vale más que mil palabras. ¡Que vivan los novios!
Un hermoso gesto, un signo del amor más grande mostrado con la mayor humildad, sin ser algo preparado o una tradición sin sentido, sino hecha con espontaneidad y con toda la intención.
ResponderEliminarPrecioso!lo compartí en mi face.
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