martes, 8 de mayo de 2012

Arguments: rostros jóvenes que quieren hablar a una sociedad moribunda

Son jóvenes geniales, entusiastas, alegres. Y orgullosos de transmitir su fe. Seguramente reconocerán sus rostros, aparecidos en diversos medios de comunicación españoles como preparación para la Jornada Mundial de la Juventud. Sus videos han recibido alabanzas y ataques, se han hecho parodias de ellos... ¡incluso José Bono, el entonces presidente del Parlamento Español, habló en términos no muy halagadores sobre ellos!

Nos referimos a Arguments, un grupo de jóvenes de la Universidad de Navarra. Un día se preguntaron cómo ayudar a los diversos participantes a la Jornada de la Juventud en Madrid a prepararse mejor y a responder los muchos interrogantes que se tienen. Después de estudiar a fondo y de prepararse en todos los sentidos, lanzaron el primer grupo de videos. El éxito fue arrollador.

Pasó el tiempo, la JMJ quedó atrás... pero a los chicos de Arguments les seguían llegando peticiones. «Queremos más»... Lo que pensaron que sería una mera iniciativa de una época concreta se convirtió en algo mayor: un modo de transmitir la fe.

¿Cómo empezar? ¿Qué líneas seguir? Podrían hacer muchas cosas más en los posibles nuevos vídeos. Pero fue el Papa Benedicto XVI, con el claro mensaje que dejó en los gloriosos días madrileños de la JMJ, quien les dio el guión. Así lo cuentan ellos:


¿Y no tienen miedo a los ataques? Sí, el miedo ahí está; y los comentarios a sus primeros videos muchas veces no fueron nada educados. Pero saben que eso es lo de menos. Como dice Chema en uno de los videos, están dispuestos a «difundir la fe, sin importarnos lo que otros piensen o lo que vayan a decir de nosotros».

Y por fin este 8 de mayo lanzaron su segundo paquete de videos, que responden a la pregunta: Y después de la JMJ, ¿qué? Se pueden ver en este enlace.

Arguments: rostros jóvenes que quieren hablarle a una sociedad que parece morirse de aburrimiento, de vejez en la vivencia de su fe. Chavales que quieren lanzar al mundo que esto de ser cristiano auténtico -con todas las letras que ese nombre conlleva- también es sinónimo de felicidad plena. 

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