Alina Milan cursaba el quinto año de Derecho en la Universidad estatal de Moscú. Nacida en 1988, disfrutaba de una vida estudiantil serena… hasta que le detectaron Hidatidosis alveolar hepática, una enfermedad que consume el hígado, llevando a quien lo padece a una muerte segura.
Urgida de un trasplante de hígado, Alina y su madre decidieron buscar soluciones, pues en Rusia no se practica aún ese tipo de operaciones. Consultando, volaron a Israel en octubre del 2010, concretamente al The Tel-Aviv Sourasky Medical Center. Ahí, Alina se sometió a unas pruebas preliminares, que lanzaron su veredicto: o se hacía un trasplante urgente o le quedaba, cuando mucho, dos semanas de vida.
Madre e hija regresaron a Moscú con un serio dilema. Ese tipo de cirugías eran muy costosas y la familia no tenía medios para financiarla. Pero había una oportunidad que podría solucionar todos los problemas. Si Alina obtenía la ciudadanía israelí la operación se efectuaría de modo gratuito, pues implicaba el libre acceso a la atención médica estatal.
En un principio, todo parecía simple, pues Alina tenía ascendencia judía. Pero, sin embargo, había un "pero". En el cuestionario de ciudadanía que debía rellenar, una de las preguntas era el tipo de religión que profesaba. De acuerdo con las leyes vigentes, sólo quienes profesan el judaísmo o que se consideraban ateos podrían ser ciudadanos de Israel. Por ello, si Alina ponía “judío” o “ateo”, obtendría la ciudadanía inmediatamente. Pero si ponía cristiano, todas las puertas se le cerrarían.
Alina decidió preguntar a su director espiritual, el P. Alejandro Naruszewa, qué debía hacer. Así lo relata el mismo sacerdote:
«Me llamó por teléfono y me preguntó qué hacer, pues los médicos le habían dicho que sólo contaba con dos o tres semanas de vida. Teóricamente, para mí la elección era simple: o la mentira, eligiendo renunciar a su fe con la esperanza de poder sobrevivir, o la plena confianza en Dios». Sin embargo, no se sentía quién para decidir en el destino de la joven «y no sabía qué decir… aunque sí lo sabía en realidad». Con estos sentimientos encontrados, se fue al hospital para ver a la joven.
Ahí se encontró con la madre de Alina, que lo esperaba en la antesala de la zona de reanimación: «Incluso antes de entrar, la madre de la enferma me dijo que ella y su hija habían ya decidido qué hacer. Y antes de que pudiera decir nada, me cambió el tema de conversación, porque veía que yo podría tener miedo de escuchar algo que sería horrible para mí como sacerdote y cristiano».
Por fin, entraron en la sala. Delante de él, el P. Alejandro se topó con «una joven delgada, de color amarillo, muy poco parecido a lo que la joven de 22 años debería ser». Sonriente, con ojos claros y serenos, Alina miró al sacerdote y le dijo sin ningún preámbulo: «Mi madre y yo hemos decidido tajantemente que no me voy a quitar la cruz. No renunciaré a mi fe. No existe ningún precio capaz de comprar a Cristo ».
Ante tan grande valentía, el P. Alejandro decidió buscar dinero por todos los medios posibles. Entre los amigos de la Universidad juntaron una buena cantidad de dinero, pero no llegaron a los 300,000 dólares que cuesta la operación. Y así, el 14 de marzo del 2011, Alina dejaba este mundo.
«No muestro ningún heroísmo. En realidad, no tengo otra opción, pues ya había hecho mi elección hace tiempo: soy cristiana ortodoxa. Tengo ante mí un documento del Ministerio de Interior de Israel. Un apartado reza así: “Acepto la ciudadanía / la ley / religión del país”. Y tienes que firmar. ¿Elijo?
«Para mí, lo importante no es lo que queda en el papel, sino ¿qué pasa con mi alma? La confianza en Dios es más fuerte que cualquier valor, que cualquier derecho, país, diagnóstico o cualquier tiempo terrible. Incluso en los días más oscuros no me deja la sensación de que Dios sostiene mi mano. La única opción que hice por mi fe en Dios hace ya mucho tiempo no está vinculada a ninguna nacionalidad. Y no me importa qué venga: yo le daré gracias por aquello que suceda en mi vida».
Al final, da gracias por quienes se preocupan por ella, volviendo a resaltar que no es un héroe. Aunque el verdadero heroísmo consiste precisamente en dejar a un lado tus cosas para cuidar a los demás. Y justamente sus últimas palabras fueron para sus amigos, invitándoles a optar por Dios siempre, sean cuales sean las dificultades en su vida.
«Mi madre y yo hemos decidido tajantemente que no me voy a quitar la cruz. No renunciaré a mi fe. No existe ningún precio capaz de comprar a Cristo ». Un alma verdaderamente cristiana… católica… como debemos ser… sin miedo a nada ni a nadie… el único miedo que podemos sentir es perder nuestra fe… perder nuestra eternidad que es perder a Dios… Dios bendiga esta madre que ha sido lo suficientemente valiente para aceptar y ayudar a su hija a dar un paso de tanto peso para la eternidad. Dios bendiga a esta joven que ha sido lo suficiente valiente al escoger la felicidad eterna, a una felicidad pasajera…momentánea. En el mundo hay muchas almas enamoradas de Dios que lo dan todo antes que perderlo. Almas juveniles que caminan por el camino de la santidad…nuestra herencia divina… ¡Vivan nuestros jóvenes verdaderamente comprometidos con la Voluntad Divina!! Estos son los martires modernos de este siglo...
ResponderEliminarTestimonio que habla por sí sólo. Sin embargo, muchos no querrán verlo así, y cierran sus ojos para no dar su brazo a torcer. Es lo de la señal, piden señales y señales pero no abren su corazón.
ResponderEliminarCreer implica una experiencia donde se sienta el amor de nuestro Padre Dios y, en correspondencia, respondamos nosotros. Creo que Alina sintió la presencia del Espíritu en su alma y correspondió a ese amor. Más tarde estaba ya invadida por la Gracia y nada le podía, porque amar, injertados en Jesús, es nuestra mayor aspiración.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Que gran post y que gran historia querido Juan.
ResponderEliminarDe verdad que haces mucho bien contando historias como esta, a mi al menos me lo haces.
Un abrazo enorme.
Un saludo y gracias por el testimonio. Parece que hay un problema con las fechas. Se dice que viajó a Israel en octubre de 2011 y que murió el 14 de marzo de 201 (?). En realidad, si viajó en octubre de 2011, el siguiente marzo es 2012, pero el artículo lleva la fecha de febrero de 2012,y así Alina no habría muerto todavía... Quizá habría que revisar las fechas para ver dónde están los errores. De nuevo, ¡gracias!
ResponderEliminar¡¡Gracias!! Ya están corregidas las fechas. Un fuerte abrazo.
EliminarTodavía queda este pequeño error: pone que murió "14 de marzo del 201". Supongo que sería 2011. ¡Gracias a Ud.!
EliminarElla no quiso quitarse la cruz de Cristo.
ResponderEliminarMuchas familias hoy en día ni siquiera se atreven a cargar la cruz de Cristo por un sólo instante. Hasta la evaden.
¿Cómo se manifiesta esto?: No educan a sus hijos en la fe, no hay Caridad, no evangelizan ni dan testimonio de la fe. El relativismo prevalece en todas sus decisiones. Falta el espíritu del Simón de Cirene...
Me ha conmovido. cuántas veces se miente por mucho menos, se renuncia manifestarse como cristiano... los respetos humanos, el jijiiji, el empleo, en fin.
ResponderEliminarEncuentro su respuesta normal que no vulgar. Y como me decía un profesor lo normal es lo más raro del mundo.