jueves, 3 de mayo de 2012

Lo que Jim Carrey me enseñó sobre el sacerdocio

Jim Carrey, el actor canadiense, nacionalizado norteamericano, no deja indiferente a ninguno: o lo adoran o no lo soportan. Excéntrico, su carrera cinematográfica se ha enfocado a la comedia, teniendo actuaciones memorables como su participación en Ace Ventura o en El Show de Truman, entre otras. Pues justamente ha sido este actor al que he tenido rondando en mi mente estos últimos días. Y no porque haya visto alguna de sus películas, sino por un video que, accidentalmente, se me cruzó en el camino.

Me refiero a una parte del homenaje que la AFI (American Film Institute) le dio a Meryl Streep por la trayectoria de su carrera; un premio, por lo demás, merecidísimo. A lo largo del evento, diversas personalidades tomaron el podio para alabar la carrera de la camaleónica actriz. Pero fue Jim Carrey el que arrasó con su personalidad omnipresente.

De toda su presentación, que ahora les comparto, es el final lo que más me impactó: ahí apareció el verdadero Jim, no el actor. En caso de que no quieran verlo todo, basta con que vean desde el minuto 5:40 (y perdonen la calidad del video, pero no encontré ninguno mejor):



«Que Dios te bendiga, como tú nos has bendecido y como Él nos ha bendecido a través de ti». ¿Puede haber un elogio más grande? Y se me ha ocurrido que si alguna vez un sacerdote quisiera buscar un halago de las personas -que, por favor, ni se les ocurra- digo yo que éste debería ser el camino: tu presencia nos ha bendecido, porque Dios nos ha bendecido a través de ti.

No, no somos nosotros los que debemos brillar, sino que es Dios quien debe hacerlo. No son nuestras acciones las que cuentan, sino lo que Dios realiza a través de nosotros. Porque el sacerdote es Otro Cristo, no un embajador de su ego ante los hombres. Y, por lo mismo, en la medida en que refleje a Cristo a los demás es como cumplirá mejor su misión en este mundo.

Y lo que se dice del sacerdote también se debe afirmar de cualquier cristiano, aunque sólo sea análogamente. Su presencia en el mundo no debe ser indiferente. El testimonio de su vida está llamado a ser una bendición para los demás.

Sí, Dios habla como Él quiere y nos bendice a través de caminos insospechados. Y si no me creen, miren sólo esto: ha sido gracias a Jim Carrey que hoy puedo, aunque sólo sea un poquito, valorar un poco más mi sacerdocio.


5 comentarios:

  1. «Que Dios te bendiga, como tú nos has bendecido y como Él nos ha bendecido a través de ti».

    ResponderEliminar
  2. Deborah Argentina3 de mayo de 2012, 12:24

    que hermoso padre!!! me tome la libertad de publicar en mi face parte de su articulo... una maravilla. un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  3. «Que Dios te bendiga, como tú nos has bendecido y como Él nos ha bendecido a través de ti».

    Ciertamente, que esta es la frase más importante, pero no tendría mérito alguno, si no sale desde un corazón realmente cambiado, convertido a Jesucristo. Es decir, que a Jim Carrey le conviene no ser hipócrita, porque los actores por quedar bien ante todo, dicen frases como esa, pero que por otra parte no llegan a renunciar de corazón los aplausos y vanidades del mundo, echando a perder lo que bien podría ser de bueno. Y de bueno es, pero sabemos por las Sagradas Escrituras que Dios no acepta toda clase de oraciones, sino de las que salen de un corazón bien dispuesto y perseverante en la voluntad de Dios.

    En España hay una actriz "Concha Velasco", que interpretó a Santa Teresa de Jesús, pero una vez terminado los capítulos, se dedicó a seguir con las vanidades mundanas, como el teatro por ejemplo, y cine que avergonzaría a Santa Teresa de Jesús. Ya ves cuánta contradicción entre los actores, que pueden hablar o interpretar a santos y santas, pero no trabajan por la gloria de Dios. Aunque de todas forma, el cine religioso es conveniente para conocer la vida de los Santos y Santas; pues también veo que en el cine religioso, puede encontrarse uno con una llamada a la vida religiosa, a la conversión del corazón, aunque no le haya servido a algunos de esos actores o actrices.



    Y como usted comenta, P. Juan Antonio, es Dios quien debe brillar, no nosotros. Aunque a veces los que no somos sacerdotes, se nos escapa gratitud hacia el sacerdote que nos instruye con sabiduría, pero es un instrumento del Señor, una herramienta en las manos del Señor para ayudar a todo el que se deja ayudar e instruir. Y conviener que sea así, el dejarnos guiar por Dios mediante los consagrados que están unidos al Corazón de Jesús y con los sentimientos de la Iglesia Católica.

    ResponderEliminar
  4. «Que Dios te bendiga, como tú nos has bendecido y como Él nos ha bendecido a través de ti»

    ¡Qué maravillosa oración de gracias, hecha en público y hemos de suponer que nacida en el corazón! Y ese matiz de "como Él nos ha bendecido a través de ti". Porque habría sido más fácil un "gracias por ser como eres" o un "gracias a Dios por hacerte así", pero no, ese matiz de que Dios actúa a través de nosotros es magnífico. Y de eso debemos darnos cuenta todos, sacerdotes, reliogiosos o laicos, todos hemos de buscar que Dios sea la fuente original de nuestras acciones.

    ResponderEliminar
  5. Pueden ver el video en este enlace.

    http://www.youtube.com/watch?v=DMyqNigTjAk

    ResponderEliminar