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martes, 3 de abril de 2012

Cristo busca un papel en Hollywood

– ¡Agustín! ¡¡Agustín!! Pero, ¿dónde se habrá metido éste? ¡¡¡Agustín!!!

Por fin, el interpelado llegó corriendo y, extendiendo las manos en señal de disculpa, dijo:

– Perdona, Señor, pero tu Madre me estaba pidiendo algo y ya sabes qué tenacidad tiene.

– Sí –respondió Jesús, mientras se le pintaba una sonrisa– así es Ella. Pero bueno, a lo que iba… ¿Hace cuánto que no vigilas la Universidad de Milán, mi querido Obispo?

– Bueno, Señor… a decir verdad… me pescas un tanto desprevenido. ¿Ha sucedido algo malo? – respondió con susto Agustín de Hipona.

– Para nada, Agustín, cálmate. Todo lo contrario. Es que hace estuvo ahí ese actor francés, Gerard Depardieu, declamando tus “Confesiones”.

– ¿Depardieu? ¿El que hizo de Cyranno hace años, Señor? Perdona la insolencia, pero ¿no te estarás equivocando?

– Para nada –rió Cristo– Ha sido él mismo. Y además, ya lo había recitado en varias catedrales y en el jubileo de los artistas, que mi querido Karol celebró en el año 2000.

– ¿De verdad?

– ¡Ajá! Y está muy enamorado de tu obrita. Dice que «me siento un ignorante iluminado, un inocente». ¡Felicidades, mi Obispo filósofo! Estás acercando un alma más.

Agustín, entre ruborizado y agradecido, le respondió a Cristo:


– Pero, Señor… eres Tú quien hace todo. Y si me permites, Depardieu no es el único. ¿Viste lo que dijo Roberto Benigni ante miles de jóvenes en la ciudad de Terni?

– ¿El que ganó el Óscar por “La vida es bella”?

– El mismo. Pues en esa ocasión dijo que Jesús «inventó el amor desinteresado». Y dio este consejo a los jóvenes: «Que vuestros pasos vayan al ritmo de sus pasos, dirigid la mirada en su misma dirección».

Al constatar Agustín que Cristo sonreía con estas buenas noticias, continuó su relato:

– Y aún hay más. Un famoso actor mexicano, Alberto Mayagoitia, está declamando la obra “Mi Cristo Roto”. Y dijo esto en una entrevista: «el Señor me está pidiendo que comparta con el público de una forma teatral el mensaje que de Él emana».



Cristo suspiró un poco y, sonriendo, le dijo al emocionado Obispo:

– Ya era hora que estos ambientes también se evangelizasen un poco, ¿verdad Agustín?

– Y ya verás, Señor, que pronto muchos seguirán estos ejemplos. Cada día constato más que el hombre no puede estar quieto hasta que su corazón…

– Descanse en Mí –sentenció Cristo, como un gemido que le venía desde el Corazón.

Agustín quiso añadir algo más, pero optó por callarse. Atisbó en el rostro de Cristo ese aire pensativo que le penetraba cuando una idea le venía al Corazón, por lo que decidió alejarse lo más sigilosamente posible.

– Siempre sucede así – se dijo para sí Agustín – se queda absorto y soñando qué más puede hacer por nosotros: hasta buscaría un papel en Hollywood si le ayudase… Pero estoy seguro que estos ambientes seguirán dando buenas noticias a Cristo. Vale esto más que cualquier Óscar. ¿Cuándo nos daremos cuenta de ello?

2 comentarios:

  1. Y no sólo en Hollywood, cualquier sitio es idóneo para evangelizar. Un buen relato que nos muestra que para Cristo (y para los cristianos) no hay barreras ni terrenos vedados, sino oportunidades y personas a las que ayudar. Un saludo.

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  2. Estoy de acuerdo. Aprovechemos los medios de comunicación de tecnología que actualmente contamos. De los millones de personas que hay en el mundo, si solo una a la vez que se convierta por cada esfuerzo que nosotros hagamos, andaríamos por buen camino. Bueno, eso digo yo... jejejeje. Un saludo afectuoso.

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