Multitudes con la mirada fija en él y aclamándolo como su héroe. Ese era el pasado de Joseph Freedy cuando era el quarterback en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Buffalo. Tenía talento y él lo sabía. Y sin embargo ese «ruido del mundo», como él lo llamaba, no llenaba su corazón. ¿Y cómo es que hoy tiene una sonrisa que le dibuja el rostro? ¿Qué pasó? Todo empezó con la lectura de un libro… Pero vale la pena volver un poco la mirada para entender su camino.
Nacido en una familia católica en el oeste de Pensylvania (EEUU), Joseph creció en un ambiente de fe, uno en el que «los sacerdotes no eran personas a las que no sólo veías en Misa, sino que te los encontrabas en casa con tus padres», como dice él mismo. Ver a esos hombres vestidos de negro siempre le impresionaba e incluso los sentía como familiares que de vez en cuando venían a hacer una visita.
Pero esa religiosidad poco a poco empezó a desaparecer cuando el fútbol americano entró en su vida: «En mi región, el fútbol se toma muy en serio, por lo que jugar no era algo ordinario. Yo me lo tomé tan a pecho que construí toda mi vida alrededor del fútbol; de hecho, lo usé como un medio para llenar un vacío interior que se había creado por una inseguridad personal en esos años. No sé de dónde vino exactamente, porque tenía una familia genial, pero desde el High School e incluso durante la universidad quería, e incluso necesitaba, ser el joven que yo pensé que todos querían que fuese».