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sábado, 10 de septiembre de 2011

Virtudes a ritmo YouCat: una exposición musical (primera parte)

Son muchos los que suelen decir que la doctrina católica consiste en una serie de normas inventadas por monjes retrógrados de la Edad Media. A esto se suma una visión miope de lo que se vive en la Iglesia, reflejada en una lista de “deberes” por cumplir: debo hacer esto, no debo hacer lo otro, hay que evitar lo de más allá. Y claro, el mero deber-por-el-deber acaba desilusionando al corazón humano deseoso de felicidad y, con el perdón del buen Kant, lo lleva a abandonar un camino que, ya desde el inicio, olía a fracaso.

Quienes viven con ilusión y amor su fe saben que no existe nada más alejado de la realidad que lo arriba expuesto. La lista de deberes son, en realidad, oportunidades para manifestar el propio amor a un Dios que les ha dado todo; no son imposiciones, sino opciones libremente aceptadas.

No cabe duda: los católicos tenemos un tesoro enorme que no podemos esconder. Sería un acto egoísta no compartir la propia fe, el encuentro personal con el Amor. Pero, ¿cómo llegar a un mundo que cada día se aleja más, que vive aburridamente en sus caprichos y comodidades?

El YouCat (http://www.youcat.org/es/home.html) ha querido ser una respuesta de la Iglesia a esta pregunta. Presentado de manera atractiva, desea mostrar a la juventud que ser católico es algo grande. Después de todo, la juventud misma está sedienta de lo Infinito. Por eso dice el Papa Benedicto XVI en el prólogo de la obra: «Los jóvenes de hoy no son tan superficiales como se dice de ellos. Quieren saber qué es lo verdaderamente importante en la vida. Una novela policíaca es fascinante porque nos mete en el destino de otras personas, que podría ser también el nuestro. Este libro es fascinante porque habla de nuestro propio destino y por ello nos afecta profundamente a cada uno».

Dentro de los múltiples aspectos de la vida del cristiano, las virtudes representan las columnas que sostienen toda la vida. Por ello la Iglesia siempre nos las ha expuesto con tanta claridad e interés, pues «debemos cultivarnos a nosotros mismos para poder practicar el bien con alegría y facilidad» (YouCat, número 300).

Estas líneas desean sumarse al intento de proponer de una manera atractiva el rico abanico de las virtudes cristianas. Citando textualmente lo que dice el YouCat de ellas, acompañan al texto algunas canciones de artistas reconocidos, queriendo ayudar, con una exposición musical, a vislumbrar con algo más de claridad lo que debemos vivir.

Aquí van pues, a ritmo de YouCat -y a dúo con la música y con reflexiones personales- algunas de las virtudes más importantes.

I. Virtudes Cardinales:

A. Prudencia

Número 301 del YouCat:
«Se llega a ser prudente aprendiendo a distinguir lo esencial de lo accidental, a ponerse las metas adecuadas y a elegir los mejores medios para alcanzarlas.
La virtud de la prudencia regula todas las demás. Porque la prudencia es la capacidad de reconocer lo justo. Quien quiera vivir bien, debe saber qué es el “bien” y reconocer su valor. Como el comerciante del Evangelio: “al encontrar una perla de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra” (Mt 13, 46). Sólo el hombre que es prudente puede aplicar la justicia, la fortaleza y la templanza para hacer el bien».

Reflexión:
Prudencia suele ser sinónimo para muchos de imposibles. Sobre todo en una sociedad cargada de precipitaciones, de dar la respuesta rápida e inmediata a todo, de relacionarnos con las prisas del superficial. Y claro, quien camina precipitadamente, nunca llega a la meta. Porque, después de todo, el ser humano es un corredor de larga distancia y la vida está hecho de pasos concretos, de diversos universos en los que actúa.

De todo esto nos previene y ayuda la prudencia. Es el hábito de la reflexión y la consolidación de hacer siempre el bien, buscando la motivación –el amor, principalmente– que impulse mi voluntad a actuar. Y en este sentido, la prudencia es especialmente importante para el trato con los demás. Porque cuando no se es prudente, se puede herir, incluso sin darnos cuenta, a muchos de nuestro alrededor; especialmente los más cercanos. Así nos lo muestra Beyoncé:


B. Justicia:

Número 302 del YouCat:
«Se actúa justamente estando siempre pendiente de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
El principio de la justicia dice: “a cada uno lo suyo”. Un niño discapacitado debe ser apoyado de un modo diferente a uno superdotado, de forma que ambos reciban lo que necesitan. La justicia se esfuerza por la compensación y anhela que los hombres reciban lo que les es debido. También ante Dios debemos dejar que reine la justicia y darle lo suyo: nuestro amor y adoración».
Reflexión:
Se habla mucho de justicia en nuestra sociedad, pero se la entiende pocos. Movimientos que se creen justos y que promueven la equidad entre los hombres, fundamentan sus opciones en motores violentos, creyendo que, excluyendo a unos, protegen a los otros. No funciona. La justicia se basa en el conocimiento del ser humano como es, en aceptarlo, en amarlo y en buscar su bien, material y espiritual. Porque «la justicia sin misericordia es insensible» (Friedrich Von Bodelschwingh). Por ello, para repartir hay que primero curar el mundo del egoísmo. La siguiente canción, del Rey del Pop, Michael Jackson, nos habla de ello:



C. Fortaleza:

Número 303 del YouCat:
«Quien es fuerte aboga continuamente por el bien que ha conocido, incluso cuando en un caso extremo debe sacrificar hasta la propia vida».

Reflexión:
De las cuatro virtudes cardinales, la fortaleza suele ser la que más se pide a Dios. Pero cuando los momentos difíciles llegan, paradójicamente muchos parecen olvidar lo que antes han pedido y se dejan llevar por las pasiones o por una mera cobardía para no expresar públicamente la propia fe. Es como el típico niño que alardea ante los demás su valentía para tirarse del trampolín de la piscina escolar, pero, llegado ante el precipicio, las rodillas flaquean.

Bien dice Santa Catalina de Siena cuando afirma que «para el fuerte, la felicidad y la infelicidad son como su mano derecha e izquierda; se sirve de ambas». Aunque, y con permiso de la santa italiana, es especialmente en los momentos de cruz cuando necesitamos de esta virtud. Tal vez por eso este video del grupo The Afters pueda ayudarnos a darnos cuenta que debemos alumbrar la propia vida con razones que permitan sernos fuertes:



D. Templanza:

Número 304 del YouCat:
«La templanza es una virtud porque modera la atracción de los placeres y procura el equilibro en el uso de los bienes creados.
Quien es intemperante se abandona al dominio de sus impulsos, arremete contra otros por su codicia y se perjudica a sí mismo. En el Nuevo Testamento encontramos como sinónimos de “templanza” palabras como “moderación” o “sobriedad”».
Reflexión:
Una de las frases más repetidas en nuestra sociedad se podría resumir así: «soy libre y puedo hacer lo que me pegue la gana». ¿De verdad? Porque, en realidad, se rebaja el término libertad a una especie de fácil libertinaje que, paradójicamente, esclaviza más a los hombres a sus pasiones. Dejamos de ser libres cuando nos dejamos vencer por los impulsos interiores de avaricia, de lujuria, de envidia, de gula… en vez de ser libres para poder decidir con rectitud el bien que debemos hacer. ¿Soy libre, de verdad? A esto es a lo que nos ayuda la templanza.

Y ¿en qué campos específicamente puede ayudarnos? Dentro de los muchos, aquí se proponen tres muy concretos:

El del buen uso del dinero y los bienes materiales:



El del campo sexual:



El de la bebida:



Próximamente, la segunda parte, sobre las virtudes teologales.

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