«¿Por qué los curas y las monjas no pueden casarse y tener hijos?». Ésta fue la pregunta que me lanzó el otro día una joven de 17 años, con ojos exigentes, deseando una respuesta a su gran interrogante.
En ese momento le dije que, en realidad, se hacía una opción de vida. Sí, el matrimonio es hermosísimo y la Iglesia misma no se cansa de defenderlo. Pero los sacerdotes y las monjas deciden, por voluntad propia, renunciar a este don para dar su corazón no sólo a un hombre o a una mujer, sino a Dios y a todos los hombres.
Unas semanas después, me di cuenta que no dije toda la verdad: los curas y las monjas sí tienen hijos. ¡Cómo no se me ocurrió comentarle el hecho de Sor Anne Thole!